Riesgos que no te cuentan de los ETFs sintéticos vs físicos

Si estás empezando a invertir en fondos cotizados (ETFs), quizás te has topado con esa dualidad: “físico o sintético”. Puede parecer una cuestión técnica lejana, algo que los gestores discuten entre ellos, pero influye en lo que de verdad te importa: cuánto del riesgo te comes tú. En este artículo vas a descubrir los riesgos ocultos de los ETFs sintéticos frente a los físicos, lo que debes mirar para elegir bien.

comparativa gráfica entre ETF físico y ETF sintético con elementos de swap

Qué diferencia un ETF físico de uno sintético

Un ETF físico replica un índice comprando los activos subyacentes: acciones, bonos, lo que toque. Puede usar réplica completa o muestreo optimizado, pero la idea es que el fondo “posea” algo tangible que representa al índice.

Un ETF sintético, en cambio, no tiene que comprar esos activos. En su lugar, recurre a contratos derivados, especialmente swaps, para que una contraparte le garantice que te entregará la rentabilidad del índice. Actúa como intermediario: el fondo tiene una “cesta alternativa” y un swap, y la contraparte asume la diferencia de rendimiento entre esa cesta y el índice que replica.

Ambos métodos buscan el mismo objetivo: acercarse al índice con el menor error posible. Pero las formas y los riesgos son distintos.

Riesgos que no suelen contarte (pero que importan)

Aquí es donde aparecen las sombras (o al menos las zonas grises). Los ETFs sintéticos tienen algunas ventajas —costes más bajos, tracking error reducido en ciertos casos— pero esas ventajas llevan precio en forma de riesgos que tienes que conocer:

  • riesgo de contraparte: si la contraparte del swap no puede cumplir con lo acordado (por ejemplo, quiebra), puede que no reciba la rentabilidad prometida. Aunque hay mecanismos de garantía (colaterales), no siempre recuperarás todo.

  • transparencia limitada: con un ETF físico ves qué activos tiene, cuánto pesa cada uno. En los sintéticos la “cesta alternativa” y los swaps pueden permanecer más opacos. No sabes tan bien qué hay detrás.

  • riesgo de colateral: las garantías que respalden el swap tienen que ser líquidas y de calidad. Si el colateral sufre pérdidas o es difícil de liquidar, tu protección no vale como creías.

  • reglas de exposición: en Europa, por regulación UCITS, la exposición a una única contraparte no puede superar cierto porcentaje del valor del fondo —pero eso no elimina el riesgo, solo lo limita.

  • error de seguimiento implícito: aunque uno de los atractivos de los sintéticos es tener menor tracking error, en la práctica el coste del swap y la operativa pueden generar desviaciones si no se manejan bien.

  • dependencia del mercado subyacente del derivado: si los mercados de derivados o los instrumentos usados para el swap tienen tensiones, pueden generarse efectos colaterales que afecten al ETF, incluso si el índice que replica está estable.

No digo que los sintéticos sean siempre malos, pero no los tomes como “idénticos” a los físicos. Muchos gestores prefieren exposición física cuando pueden, para evitar justo estos riesgos. Hay casos donde los sintéticos compensan (mercados poco líquidos, índices muy amplios), pero cada elección debe venir con conocimiento.

Para protegerte como inversor puedes hacer esto: revisa el folleto del ETF y busca si es físico o sintético; examina el colateral que respalda el swap y su calidad; averigua si el fondo diversifica contrapartes; mira el historial del tracking error; no te fíes solo del “bajo coste”: puede venir a costa de riesgo adicional.

Elegir entre sintético y físico no es blanco o negro, sino entender el equilibrio entre coste, complejidad y seguridad. Y cuando montes tu cartera de fondos cotizados, que ese detalle no pase inadvertido.

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