A la hora de invertir en fondos cotizados o ETF no basta con fijarse en la rentabilidad esperada. De hecho, para muchos inversores esa cifra es casi secundaria frente a algo tan simple, y al mismo tiempo tan ignorado como la liquidez. Sí, lo oyes bien: la capacidad de comprar o vender tus participaciones sin que los costes o el precio se disparen puede ser más determinante que el porcentaje anual que aparece en la hoja del fondo. Porque cuando toca vender, la teoría se enfrenta al “cómo” y al “cuándo”.
Invertir bien significa pensar también en la salida, en el momento en que quizá quieras pasar a otro activo o incluso liquidar la posición. Y ahí es donde la liquidez manda. Un ETF puede presumir de haber generado un buen 8 % al año, pero si cuando necesitas vender te quedas atrapado, pagando una prima enorme por deshacer la posición o simplemente esperando demasiado tiempo, el “buen rendimiento” pierde mucho brillo. Por eso en este artículo te cuento claro por qué debes valorar la liquidez y qué aspectos técnicos conviene mirar si inviertes en ETFs desde España.
Cómo se mide la liquidez en un ETF
Cuando se habla de liquidez en un ETF lo habitual es que la conversación se centre en el volumen diario de negociación: cuántas participaciones se intercambian cada día o qué tan “cerca” está el precio del mercado (bid/ask) del valor intrínseco del fondo. Pero eso solo rasca la superficie. En realidad, la liquidez de un ETF tiene dos capas fundamentales: la del mercado secundario, donde tú compras y vendes en tu broker, y la del mercado primario, donde las “participaciones” del fondo se crean o canjean cuando hay entrada o salida de dinero institucional. Y en ese segundo escenario está gran parte de la clave: cuanto más fácil sea para el fondo emitir o reembolsar participaciones mediante su cesta de activos subyacentes, más fluida será la liquidez real.
Para invertir desde España esto significa que un ETF que parece “pequeño” o con poco volumen aparente puede ser perfectamente líquido si su cesta de activos es muy negociada. Por eso fijarse solo en los números visibles del volumen no basta. Debes mirar también la liquidez de los activos que contiene, el spread (diferencia entre precio de compra y venta) y si existe buen acceso al mecanismo de creación/reembolso. Porque estos factores impactan tus costes efectivos y tu capacidad de entrar o salir con rapidez.
Por qué debes priorizar la liquidez sobre la rentabilidad
Vale, has encontrado un ETF que promete un 10 % de rentabilidad, suena bien. Pero ahora imagina que ese mismo fondo apenas se negocia, que el spread es amplio y que lanzarlo al mercado cuesta “un poco más” cuando quieres salir. En ese caso, esa rentabilidad tan bonita te podría costar caro. Al contrario, un ETF con una rentabilidad moderada pero excelente liquidez te permite moverte cuando tu estrategia lo exige, reequilibrar cartera sin penalizaciones o reaccionar ante una bajada fuerte del mercado sin quedarte “pillado”.
Para ti como inversor es fundamental entender que el mundo no va a pedir permiso: las condiciones cambian, los mercados se tensan y los vehículos que antes parecían perfectos pueden mostrar restricciones. En momentos de pánico, la liquidez suele ser el primer aspecto que flaquea. Quizá el fondo que elegiste tenía un 9 % TAE y parecía bien gestionado, pero si en un entorno difícil no puedes deshacer posición sin “premio” por hacerlo, la teoría de la rentabilidad queda en el aire.
Así que antes de apostar fuerte por un ETF nuevo, revisa cómo se comporta su liquidez, cómo han sido los spreads los últimos meses, si los activos subyacentes tienen buen mercado, si el fondo tiene mecanismo de creación/redención fluido. Eso te dará mucho más margen de tranquilidad que un solo número de rentabilidad.
En el mundo real de los fondos cotizados la liquidez es la puerta de salida que pocas veces se mira hasta que se necesita. No se trata de renunciar a la rentabilidad, sino de equilibrar ambas y dar prioridad a que tu inversión sea realmente accesible, flexible y sin sorpresas. Porque lo bonito de invertir bien no es solo subir, sino poder bajar cuando toca sin quedarse atrapado.